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ANA CONDE, 36 AÑOS, CUENCA

 

      Hago yoga desde hace 10 años pero no de manera continua, he tenido períodos alternos en los que no he podido practicar. 

 

 

      Empecé porque me atrajo desde el principio, además que buscaba alguna actividad que me ayudara a relajarme. Y fue mejor de lo que esperaba, me hace sentir muy bien, sobre todo en lo que buscaba, la relajación, pues tengo un bebé y el rato que acudo a clase supone un momento para mí que es necesario y que de otra manera no conseguiría tener.

 

 

      Voy a continuar con las clases, y me gustaría mejorar más mi control de la respiración, y también emplearlo para conectar más con uno mismo, que es muy útil.

 

 

      Todo me parece una cuestión de tiempo, pienso en hacer cada clase mejor asumiendo el esquema que tiene. Pero me gustan más las clases de 90 minutos.

 

 

      No practico en casa, ahora no puedo por falta de tiempo, pero realmente antes lo tenía y no lo hacía,  necesito un profesor que me guíe, lo mismo que para meditar. 

 

 

      Creo que sería estupendo que más gente se animase a conocer el yoga, creo que es un gran desconocido a pesar de las múltiples cosas buenas que aporta.

 

 

ROXANNA PRADILLO, 55 AÑOS, MADRID

 

      Practico de forma más o menos continua desde hace unos tres años.

Antes, ¡estoy hablando de 1995!,  había hecho yoga  durante dos años seguidos, pero lo tuve que abandonar por incompatibilidad con mis cambiantes horarios de trabajo.

 

      Necesitaba seguir alguna actividad física durante el verano  al no poder salir de la ciudad y tenía curiosidad por probar el yoga porque lo imaginaba parecido al taichí que practico desde hace 7 años, tras la parálisis (nerviosa-facial) que padezco, por recomendación de mi neurólogo.

 

 

      Ha sido mejor, ¡mucho mejor de lo que esperaba! Tenía mucho miedo de que fuera demasiado físico y cansado porque mis posibilidades son limitadas. Sin embargo me sorprendió que no se juzgan los resultados, que no se contabiliza un “está bien o mal”, sino por el punto al que has llegado, comparándolo con las mejoras en las siguientes  sesiones.

 

      Todo el aspecto mental también me llamó poderosamente la atención porque he podido comprobar que, efectivamente, si te centras en lo que estás haciendo, te superas a ti mismo. ¡Quizá sea este punto el más valioso para mí! Lo utilizo en las sesiones de la Unidad del Dolor practicando la respiración lenta y pausada: ¡una maravilla!

 

      El mayor beneficio que tiene es trabajar sin desligar cuerpo y mente.

 

      Ahora hago clases de 1 hora y media 2 veces a la semana. Y me gustaría probar clases de 2 horas 3 veces a la semana porque siempre se me hace corto.

 

      Algunas veces practico en casa, poca, ¡sobre todo las torsiones cuando me duele la espalda! Pero la meditación para no perderme o aburrirme la prefiero en clase.

 

      Como no tengo mucho "músculo",  las posturas donde hay que hacer fuerza con los brazos se me dan fatal aunque no me importa demasiado. Son las posturas de equilibrio con las que me parece que tengo que hacer más hincapié porque me indican que hay algo precisamente "desequilibrado" que convendría reajustar.

 

      Yo lo impartiría desde el colegio como asignatura, y hasta en las empresas.

 

      Me parece que, eso que dan en llamar "déficit de atención", con el que etiquetan a los niños podría mejorar mucho, e incluso desaparecer.

 

      Otro tanto  con el nivel de estrés en los adultos, porque  "modifica" la percepción de prioridades y el trato entre personas.

 

      Quizá lo más valioso, desde mi punto de vista, y sea cual sea el propósito que se persiga, está en la observación interiorizada después de cada postura. Ahí es donde se descubre uno a sí mismo tal cual es y siempre en proceso de cambio.

 

      Gracias a las clases he descubierto que existe una serenidad  interior dentro de todos los seres vivos y que esa actitud se puede ir trabajando hasta convertirla en algo cotidiano.

 

      Es importante encontrar en las clases esa facultad de trasmisión, de convencimiento y de entrega.

 

GERMÁN LOZANO, 46 AÑOS, ALGECIRAS

 

 

    Hace varios años  compré un libro que adjuntaba un DVD para la práctica del yoga, me lo leí, practiqué, atendí a las instrucciones del DVD,  ¡pero claro!, no se puede practicar yoga mientras retuerces el cuello para estar pendiente de los movimientos en la pantalla del televisor; cuesta mucho aprender solo, sin un profesor que te guie, terminas dejándolo.

 

    En la actualidad practico yoga semanalmente desde hace unos meses con un profesor especializado. ¡Ojalá hubiera empezado antes!

 

    Empecé porque cuando practicaba musculación en los gimnasios me sentaba muy bien pero notaba que me faltaba algo que estimulara mis músculos de forma más relajada, algo que no fuera solo fuerza física, algo que relajara mi estrés laboral, que creara armonía en mi cuerpo y en mi mente, y eso sin duda solo lo he conseguido.  

 

  Porque el yoga para mí implica muchos cambios positivos, tanto a nivel físico como a nivel psíquico y emocional.

 

    Ha sido mejor de lo que  esperaba; jamás imaginé que el yoga iba a ser tan positivo en mi vida, no lo dejaría por nada del mundo. Además creo que mi suerte ha sido coincidir con el profesor adecuado en el momento adecuado.

 

    He aprendido a controlar el estrés, el nerviosismo que a veces en situaciones complicadas nos invade. He aprendido a respirar mejor. Noto más armonía en mi consciencia.... no creo que lo deje nunca.

 

    Ahora mismo no pienso en nada concreto qué mejorar, sólo en aprender y aprender cada vez más para poder mejorar en todo, porque veo aquí un camino que antes era desconocido pero que ahora se va desplegando a lo largo de mi vida con un fin positivo.

 

    Esto además de relajarte y aliviar molestias abre caminos que en la mayoría de las personas permanecen cerrados, te ayuda a conocerte a ti mismo; te enseña a profundizar en tu mente para controlar tus pensamientos, te enseña a despertar tus sentidos, tus capacidades físicas y mentales, etc.

 

    Más adelante me gustaría asistir 3 veces a la semana, aunque mi trabajo solo me permite una.

 

   En casa sólo practico ejercicios puntuales que sé cómo hacer correctamente. Si tengo dudas prefiero no hacerlo para no hacerlo mal. Aun me queda mucho que aprender.

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